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Tanto nadar para morir en la orilla

(A propósito de la película Árbol de Lima)

PhotobucketEl conflicto entre Palestina e Israel, con los territorios ocupados, es la excusa que escoge el cineasta Eran Riklis para hablarnos sobre la intolerancia y el abuso de poder, que no es exclusiva de esa zona, sino que se puede ver también en nuestro patio trasero, o en la relación que muchos podemos tener con nuestros vecinos,   vivamos en una casa o un edificio.

En una función para la prensa, que realmente terminó siendo un “petit comité” porque si llegábamos a 6 espectadores éramos muchos, Amazonia Films, presentó “Árbol de Lima”  (2008) que será su próximo estreno, pautado para el 27 de julio de 2012.Photobucket

En 1 hora y 46 minutos, la historia nos plantea el caso de Salma Zidane –  interpretada por Hiam Abbass –  una viuda palestina dueña de un campo de limoneros ubicado en la línea fronteriza entre Israel y Cisjordania. Ella decide librar una lucha contra su nuevo vecino, que es el ministro de Defensa israelí, llamado Israel Navon, interpretado por Doron Tavory, que termina siendo el victimario, cuando el servicio secreto declara los limoneros como una amenaza a la seguridad, por representar un lugar potencial para ataques terroristas.Photobucket

Decidida a que la justicia prevalezca y evitar que talen la siempre de limones, busca los servicios de Ziad Daud, un joven abogado palestino, interpretado por Ali Suliman, para llevar su caso, primero ante la justicia militar y luego al Tribunal Supremo israelí para salvar sus árboles. Su lucha despierta el interés de Mira Navon, en la piel de Rona Lipaz Michael, la esposa del Ministro, que se siente atrapada en su nueva casa y en una vida que no la hace feliz.Photobucket

Si ya la trama podría ser complicada, por la lucha entre “David y Goliat” en medio de una situación tensa entre palestinos e israelitas, con un sistema de justicia que poco o nada favorecería a quienes son considerador sus enemigos naturales, los palestinos, el director añade otros elementos que también hablan de intolerancia, como las reacciones   que generan en ciertos círculos de la comunidad ortodoxa palestina, cuando surge entre el abogado y la viuda una posible relación, porque además él está prometido con la hija de un Ministro árabe.Photobucket

Como señala el personaje del abogado casi al final de la cinta “solo en las películas americanas hay un final feliz”, y esto se refleja con la decisión “salomónica” que da el Tribunal Supremo de Justicia cuando dicta sentencia, una que a la larga resulta más que “absurda” – aunque  Daud la considera un “precedente” – porque la propia dinámica israelita se ocupa de separar de manera tajante la casa del ministro de la Defensa y  la plantación de limones, aunque la peor parte, como suele suceder, la lleva el más inocentPhotobuckete, que en este caso  no es solo la viuda, sino el propio sembradío, que termina siendo otro personaje de la película, mientras el Ministro recibe también su dosis de realidad al ser abandonado por su esposa, quien luego de vivir el conflicto fronterizo decide dar un giro a su vida.

Árbol de Lima, logró el premio del Público en el Festival de Berlín 2008. También se llevó el Premio Película Europea, en el Festival de Cine de San Sebastián, 2008, mientras que Hiam Abbass mereció el Premio de la Academia de Cine Israelí 2008 como Mejor Actriz. La película podrá verse, de acuerdo a Amazonia Films, desde este 27 de julio en la Red de Salas de la Cinemateca Nacional y salas comerciales.

Riklis ha dirigidPhotobucketo doce cintas entre ellas “La Novia siria” (2004), que también protagonizó   Abbass, así como  “Zohar”,    “Final de Copa” y Temptation (2002).

Intolerancia entre razas, falta de convivencia con quienes habitaPhotobucketn en una misma zona, el miedo al qué dirán, el mantenimiento del “status quo” que no admite que se rompan paradigmas históricamente aceptados, la burocracia y el abuso de poder son algunos de los temas que se ven en esta película, que aunque refleja una realidad muy particular, no deja de tocarnos como seres humanos, porque también podemos ser víctimas los excesos.