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Si Nuestra Señora de las Nubes no existiera, los exiliados la inventarían

PhotobucketDos personas están en un andén esperando que llegue un tren y mientras los minutos pasan existe una tensión incómoda entre ellos, hasta que para romper el hielo ella menciona: “Me parece haber visto su cara en otro lado”.Photobucket

Se trata de Bruna y Oscar, dos seres que – valija en mano – se encuentran y evocan recuerdos sobre su lugar de origen: Nuestra  Señora  de las Nubes,  un pueblo que  aunque no parece muy grande,  nunca les ha permitido conocerse, pero sí tienen en la memoria todo lo que sucedió allí, y es que lo recuerdan con precisión porque ambos son exiliados y eso como que fija los recuerdos en la mente, como lo menciona la letra de «La Memoria» de León Giecco: «Los viejos amores que no están, la ilusión de los que perdieron, todas las promesas que se van, y los que en cualquier guerra se cayeron. Todo está guardado en la memoria, sueño de la vida y de la historia».Photobucket

Este es el punto de partida que utiliza el dramaturgo argentino, que vive ahora en Ecuador,  Arístides Vargas, para contarnos su historia sobre expatriados en la obra teatral  “Nuestra Señora de las Nubes”,  puesta en escena que se presentó en la sala Cabrujas de Los Palos Grandes.Photobucket

Interpretados por Luis Bernal como Oscar, quien además es el director del montaje, y Alma Blanco, como Bruna, la obra nos plantea el tema de los exiliados, los que deben abandonar su país por la razón que sea, pero a pesar de que uno debe abandonar la tierra donde nació, esta nunca deja de ser nuestra, porque vive en los recuerdos.Photobucket

Al entrar en la sala ya uno sabe que el tema es sobre el exilio y los expatriados porque conforme se ingresa se recibe un folleto de Amnistía Internacional, organización que trabaja sobre este punto y lo ha hecho una causa de dedicación a tiempo completo.Photobucket

«Nuestra señora de la Nubes» ofrece en 13 escenas la visón que tienen los personajes creados por Vargas sobre lo que fue este pueblo, que según el mismo autor ha señalado, existió porque una vez «recorriendo la parte andina del Ecuador, llegó a un pueblo abandonado; todos los habitantes habían emigrado. El pueblo se llamaba “Nuestra Señora de las Nubes” y pensó que cuando hiciera una obra e intentara reconstruir la memoria de un pueblo, se llamaría así». Photobucket

Dos maletas como únicas pertenencias de estos personajes permiten reconstruir  sus sueños de lo que fue su pueblo y – como del sombrero del mago – van apareciendo algunos elementos que ayudan a recrear las escenas, donde la palabra, el texto que se declara,  es lo principal.Photobucket

“Su cara se me hace conocida, la he visto en algún lado, en otro tiempo” son frases recurrentes que utiliza el dramaturgo para que los personajes se reencuentre  e inician una nueva historia, algo como lo que sucede en otra de las obra de Vargas:  “La Razón Blindada”, que se presentó en caracas en el Festival Internacional de Teatro 2012 en el César Rengifo de Petare,  donde los personajes constantemente estaba «improvisando» una supuesta representación de «Don Quijote»  y mezclaban la realidad con la ficción de dos presos políticos. Aquí, al igual que el montaje mencionado, los dos actores  interpretan todos los personajes utilizando elementos simples que sacan de las valijas y utilizando el cambio de vestuario para recrear  las distintas situaciones.Photobucket

Memé y su abuela, unos  hermanos Aguilera – reyes  del piropo –  un poeta cantor, una discusión entre un músico y su esposa, o la preocupación de un político ante su mujer por lo que pueda pasar en el pueblo por las «habladurías» de la abuela de Memé, junto a la mujer que no encuentra marido y decide casPhotobucketarse con su propio padre o la historia final de la abuela, son algunas de las situaciones que se plantean con un  tono de actuación, deliberadamente artificial, donde se recita el texto, como si los  personajes estuvieran recordando esas situaciones y por eso hablan con pausa, algo que a muchos en la sala no les gustó y expresaron comentarios como «destrozaron el texto», «el peor montaje que he visto».

En la obraPhotobucket se puede apreciar eso que se llama «realismo mágico», que es tan latinoamericano, y del que Vargas ha hecho uso también entre otras obras como la mencionada “La Razón Blindada”, pero pensando en que el trabajo de la imaginación,  tanto de los actores en escena como del público, les permita leer entre líneas sobre el verdadero sentido de la pieza que es el exilio, lo terrible que debe ser para quienes parten de su tierra – y más por razones políticas – que debe apelar constantemente a su memoria y recuerdos, que muchas veces se desvanecen para mezclarse con la ficción, como una si fuera una isla que alberga a un naufrago.

La obra tiene un ritmo lento, cuesta al principio conectarse con lo que desde el escenario intentan transmitir los actores, luego el camino, como si fuera un tren, comienza a encaminarse y el relato de las historias del pueblo conectan al público con la idea del dramaturgo. Lo que no se puede dejar de reconocer, nos gusten o no las actuaciones, es que el texto está llenoPhotobucket de poesía que resalta la condición humana, sus luchas, frustraciones, aciertos, esperanzas, ilusiones y grandes realidades.   Por eso Nuestra señora de las nubes es el lugar al que pueden acudir quienes solo tienen la libertad de pensar, porque otros derechos los han perdido, es el lugar utópico como lo fue Fiésole para José Ignacio Cabrujas, o el Olimpo para los antiguos, es el lugar de los recuerdos, que si no existe se inventa.Photobucket

Hablando de las actuaciones, tanto Bernal como Blanco hacen un esfuerzo para que el público les crea lo que están interpretando y, a veces, lo logran, otras no, pero no creo que sea por el montaje en sí, sino porque el texto no lleva un hilo conductor porque son cuadros que carece de la estructura aristotélica (inicio, desarrollo y final), por eso no es una obra para todo público, acostumbrado a ver una secuencia lógica de sucesos que se presentan sobre las tablas.Photobucket

Hay un trabajo gestual, de coreografía en algunos momentos, con historias más atractivas que otras, pero en general es un montaje que se puede ver para entender algo de la dramaturgia que plantea  Arístides Vargas. Hay un manejo en la escena que es simple, sin grandes desplazamientos, con una atmosfera onírica sin querer ser un manifiesto de denuncia política, porque – a veces – menos es más.

El montaje contó con la participación de Marisol Da Silva en la asistencia de dirección, Indira Jiménez en la producción, Efrén Rojas en el vestuario, José Pérez en la iluminación, y Armando Zullo en el diseño de la escenografía  y asesoría estética.Photobucket

Aunque la obra trata del exilio, y quienes la padecen, los personajes de Vargas están más anclados en los recuerdos de lo que fue «Nuestra señora de las Nubes» que  preocupados por que es su condición de expatriados, algo que Photobuckettampoco gustó a muchos de los asistentes que a lo mejor esperaban una declaración y la toma de posiciones políticas contra los gobiernos opresores, porque ni Oscar ni Bruna hablan de dónde  están,  no  exponen el esfuerzo que supone la adaptación al nuevo lugar; ni buscan ni  consiguen  trabajo, pero creo que la intención del dramaturgo no es ser directamente conflictivo, sino dejar en el espectador el mensaje de lo que perdemos al abandonar un pueblo, un país, o la libertad y el refugio que nos ofrece la memoria como un lugar seguro al que se vuelve constantemente para tener las fuerzas necesarias para seguir, como en un tren, este recorrido que se llama vida, o esa es mi Visión Particular.