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Lujuria divino nombre

No hay nada más buscado que aquello que está prohibido, sino que lo digan Adán y Eva que por comer la manzana, ya sabemos lo que pasó.

Un adagio popular dice que todo lo bueno engorda, mata o está prohibido. La lujuria o el goce del sexo, estuvo prohibido durante mucho tiempo, incluso forma parte de los pecados capitales, tema que fue utilizado en mi clase de la Universidad para que los alumnos escribieran sobre sentimientos, sobre lo que es el más puro estado del mal, que también tiene su contraparte, conocida como las virtudes.

Desde que somos pequeños, principalmente los hombres, estamos en la búsqueda del conocimiento del cuerpo femenino, y eso es así desde que el mundo es mundo. Tal vez sea porque nos amamantan desde pequeños, o por alguna fijación que bien podrían analizar, y  ya lo han hecho, los psiquiatras.

Por ejemplo, en la Edad Media las escenas lascivas se reflejaban en los pórticos románicos para enseñar a la gente que eso no se tenía que hacer porque si no habrían caído en la tentación y su alma estaría condenada a ir al infierno. Para combatir ese destino, tenían que ir a la iglesia y confesarse.

Este tema de la lujuria, del cuerpo femenino retratado, o dibujado ha estado presente a lo largo de la historia de la humanidad y en el Renacimiento, por ejemplo en el tríptico «El jardín de las delicias», El Bosco pinta los placeres de la vida. Este cuadro se conoce también como «La pintura del madroño».

En el siglo XX Pablo Picasso pintó «Las señoritas de Avignon», en él se representan mujeres bastantes ligeras de ropa. En este cuadro se trata la lujuria con la desnudez.

En la actualidad, ya avanzado el siglo XXI,  la publicidad de perfumes es la que mejor refleja la lujuria con las figuras femeninas en sus empaques, y las botellas que contienen las esencias y fragancias, tanto en los envases para hombre como para mujer se puede apreciar el uso de los torsos para atraer a los compradores.

La imaginación es el mayor recurso del que se vale la lujuria, porque no existe nada que pueda tan potente como la mente, por muy gráfico que sea una imagen, siempre será superada por nuestras ideas propias.

Impúdicas exquisitas

La lujuria puede ser estimulada por aquellas imágenes de cuerpos desnudos, de sombras  que dejan ver a contraluz un cuerpo sea masculino o femenino. Y precisamente el cuerpo femenino es en lo que centra Oscar Molinari su «museo imaginario».

En la Galería Fernando Zubillaga, del Centro de Arte Los Galpones en Los Chorros, está  desde el pasado 8 de noviembre  la exposición Impúdicas exquisitas, donde Molinari muestra  una sala con obras que van del Renacimiento hasta el siglo XIX.

«Son como recuerdos. Imágenes tomadas del imaginario colectivo, de la memoria de lo que hemos visto en el arte. Como digo, todos los artistas se nutren del arte y de la cultura del pasado. Pero esas raíces hay que destruirlas en un momento para que den frutos», señala el autor en una entrevista concedida a El Universal, un día antes de la abrir la exposición.

La muestra contiene algunos fragmentos de obras originales, que luego son digitalizadas, jugando con los colores y el blanco y negro, para destacar lo que busca el artista, que es la figura femenina.

En este trabajo que ofrece Oscar Molinari las imágenes son fotos que alguien capturó en algún momento, y él las «interviene» algo como lo que hace Dalia Ferreira, aunque en este caso la intención es muy diferente a lo que plantea la periodista/artista que es rescatar la memoria, mientras que esta muestra es una invitación a ver y admirar el cuerpo femenino usando el arte del Renacimiento.

Mirar el erotismo, el desnudo, considerar que eso es, o no, lujuria depende de nuestra concepción de vida, de nuestras educación, depende de tantas cosas, que admirar otras propuestas, otras concepciones  sobre el cuerpo femenino, no solo si está enmarcado en concepciones moralistas o mitológicas, sino también si es un desnudo frente a un espejo, o a un espectador silente, es una experiencia que no se debe dejar de tener.

Dicen que la curiosidad  es la madre de los inventos, también podría decirse que es la progenitora de los pecados capitales, aunque hay que reconocer que admirar un cuerpo femenino nunca es un pecado y sí un homenaje a la máxima creación de Dios, o esa es mi Visión Particular.