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Entre mimos y payasos te veas en el tránsito de la Gran Caracas

Para muchos, los recuerdos de la infancia están relacionados con Sabana Grande, sobre todo entre los 8 y 10 años. ¿La razón?, antes era normal que todos los domingos las familias salieran  a comer helados.

Luego, como si de una película se tratara, aquellas calles del boulevard se transformaron en zona de guerra, no es que estuviéramos en conflicto armado, sino porque  los buhoneros o comerciantes informales  hicieron suyos esos espacios y la pelea era entre ellos, por ganar el favor de los transeúntes.

 Comenzó entonces una etapa de temor, y quienes circulaban por Sabana Grande escuchaban, ya sean leyendas urbanas o no, los cuentos de atracos y de personas de mal vivir que habitan tomado con descaro aquellas calles

El Gobierno, muy a cuenta gota, atendió el reclamo de muchos de los ciudadanos y comenzó el largo proceso de recuperación de toda la zona comprendida entre Plaza Venezuela y el final de Sabana Grande, proceso que aún no ha concluido, y que no pocas críticas generó, genera y, seguramente, generará en un futuro cercano.

Una de las acciones tomadas por el ejecutivo de la Capital, que sin embargo no es de su cosecha propia, ya que Antanas Mockus en su paso por la alcaldía de Bogotá (1995-1998) también lo hizo, contrató mimos para que quienes cruzan las calles de Sabana Grande sean «educados» en el buen convivir ciudadano.

En el caso del alcalde de Bogotá,  para que se respetaran las cebras, o paso peatonal,  contrató mimos para que ridiculizaran a quienes se detuvieran sobre el rayado; y como una forma de penalizar a los infractores distribuyó también tarjetas rosadas que al mostrarse implican una protesta ante el atropello, como en el fútbol.

Los mimos, o payasos nacionales, son más educados que los del colombiano, pues si bien es cierto que tienen la misma función, educar al peatón e incluso al conductor, no llega a burlarse o ridiculizar al infractor, aunque a veces sí lo hace, pero creemos que no como una política oficial, sino más bien por el calor que cada mimo le imprime a su actuación.

Estos vigilantes del tránsito en los semáforos, con franelas rojas pagadas por Pdvsa La Estancia,  son una especie de memoria civil que busca que todos aprenden las elementales normas ciudadanas de comportamiento en las esquinas, semáforos y paso peatonales.

Hasta aquí uno pudiera pensar que es una linda tarea que hacen estos payasos o mimos, pero habría que preguntarse ¿tiene sentido utilizar a quienes están destinados por principio a hacernos reír, distraer o pasar un buen momento  a estas lides educativas?

Los payasos nacionales, es decir, los de Sabana Grande, intentan en varias de las calles que los peatones entiendan la necesidad de respetar los rayados para circular entre esquinas y calles,  e incluso que los conductores hagan caso al semáforo y respeten sus colores.

Algunas personas que estaban en la zona de los mimos mientras yo tomaba fotos de estos ¿improvisados? fiscales de tránsito, comentaban lo absurdo de esta medida, que no inspiraba, según ellos el respeto a las normas.

En el Este tampoco se respetan las normas

No piense el lector que soy un aguafiestas de las iniciativas del gobierno revolucionario, porque, hay que ser sinceros, en el municipio Sucre el panorama no es mejor, e incluso es más bizarro

Al salir del Centro Comercial El Marqués, en esa intersección de La California   se pueden ver saltimbanquis, payasos y mimos tratando de que las personas respeten el paso peatonal.

Con silbatos, carteles, alguna que otra burla, estos ¿improvisados? agentes del tránsito buscan crean en los caminantes  la conciencia de respetar el rayado ser buenos ciudadanos.

Los bizarro de esta situación es que los mimos, payasos, saltimbanquis, y otros personajes de circo se mezclan con los naturales servidores públicos destinados a la acción de cuidar el tránsito y el flujo vehicular y de peatones. Es así que entonces encontramos en una misma esquina mimos, agentes de la Policía de Sucre y fiscales de tránsito de INTT cumpliendo las mismas responsabilidades, esto en el mejor de los casos, porque, como siempre hay unos que se creen más vivos que otro, hay momentos en que los fiscales del INTT y de la policía de Sucre buscan la protección de los árboles para conversar animadamente en grupo, mientras que los mimos son los que tienen toda la tarea de dirigir tránsito, peatones, y todo lo que sucede en esa intersección.

Se pregunta entonces uno, si los servidores públicos están malgastando el salario que se les paga, ya que estar debajo del árbol conversando es malgastar el tiempo de trabajo, quién o quienes pagan a estos mimos. ¿Sin almas caritativas que trabajan Ad Honorem?, ¿acaso los mimos, payasos y zanqueros reciben un sueldo o una contribución por parte de los ayuntamientos que adelantan estas iniciativas?

Al preguntar a quienes parecían ser los responsables de esta acción municipal en Sucre, una señora con un letrero de Crear Conciencia, pero que no se quiso identificar, alegó que todo obedece a una campaña para que la población, de manera jocosa y divertida se comprometa a mejorar su accionar ciudadano.

Algunos peatones no estaban de acuerdo y manifestaron que el tema del tránsito es algo serio para dejarlo en manos de los payasos, quienes, por cierto, no tienen la tarea de crear conciencia, salvo aquel caso de Toco Gómez, y su personaje Togolo, quien enseñaba a cepillarse los dientes, con el apoyo de una empresa productora de pasta dental.

Si el tema del tránsito y los peatones lo vamos a resolver, sea en Sabana Grande o en  Sucre, con payasos y mimos, ¿será que los fiscales y los policías dejarán estas funciones porque son «payasadas» y no merecen ser atendidas por las fuerzas públicas?

¿Sale más caro un policía que un payaso?, desconozco eso pero volviendo al tema del alcalde de Bogotá, Antanas Mockus, quien fue entrevistado Milagros Socorro (sigo quitándome el sombrero y elogiando la capacidad de la colega en sus entrevistas y opiniones)   donde, entre otras cosas,  resaltó que lo de los mimos duró menos de quince días porque los mimos eran profesionales y había que pagarles salarios de mimo para que dirigieran el tránsito. «Ellos fueron muy colaborativos al principio pero después querían que les pagáramos como si estuvieran en función todo el tiempo. Resultó que un mimo es más costoso que un alcalde. Decidimos capacitar veinte grupos de veinte mimos, en veinte horas cada uno; pero en veinte horas usted no forma un mimo, así que optamos por entrenar cincuenta bachilleres policías para que ayuden en esto como mimos”.